Los dragones también han de morir, hasta las historias mueren cuando se convierten en mitos y leyendas.
Para mí, ver morir una casa, un apellido y todo un linaje, es dar por acabado todo lo que convierte a una persona en la que ha sido, es y será.
Mi abuelo, Mern IX Gardener, último rey de nuestra casa, murió, junto con mi padre Edmund y mi tío, luchando en la batalla de 'Campo de fuego' a manos del rey Aegon I Targaryen. Aconsejados por nuestros fieles subditos los Tyrell, fuimos a la batalla esperando ganar, contando con la ayuda de la casa Lannister, pero se acobardaron y nos dejaron solos, malditos sean. Les maldigo para siempre, hasta el último de ellos por ser unos cobardes.
Debería sentirme furiosa con los Targaryen, pero no es así. Lucharon con ventaja, aunque sin honor, barriendo con aliento de fuego a las hordas de soldados que murieron calcinados, pero no es nada malo ver una oportunidad y aprovecharla. Mi padre sabía que moriría en aquel campo, y aun así se mantuvo fiel, es lo que hace un rey. Aplaudo a los Targaryen por luchar con fiereza y ganar, pero nombrar a la casa Tyrell como guardianes del Sur y dueños de todo el Dominio es un insulto a la historia.
Las dos casas descendemos de Garth Manoverde, y ese ha sido nuestro emblema por miles de años hasta ahora. Si los Gardener llegamos a ser los dueños de estas floridas tierras es porque eramos valientes y guerreros.
La mayoria de casas que hay en el Dominio son nobles porque descienden de Garth y, de alguna manera, todos somos considerados como una gran familia.
Pero ahora, los Tyrell han hincado la rodilla frente al Conquistador y mi casa se disipa en el viento como las cenizas de mi familia. Estoy sola, nadie me conoce, pero lo harán.
Soy Gylia Gardener, pero ahora soy una bastarda a los ojos de la gente, por eso mi apellido será Flores.
El invierno todavía no se acerca, las flores de los Tyrell comienzan a crecer fuerte, pero la mano verde acabará por arrancarlas.

No hay comentarios:
Publicar un comentario